30/12/09

Querido


Querido,


Ahora, con aires de triunfador, me susurras que tienes que marcharte. Mis ojos se entornan, preguntándome si no hay más remedio, si es buena idea...

Nuestra primera impresión no fue quizás la más acertada. Cuando llegastes temblé, sin saber si aferrarme a ti o darte la espalda. No estaba de buen humor, solo quería ahogarme entre las sábanas y desaparecer.

Tú no te rendiste, no me obligastes en ningún momento a sonreir. Teníamos tiempo, confiastes en mi y poco a poco mi escondite se iba quedando pequeño.

No recuerdo como lo decidimos, pero una noche hablastes conmigo y me dijistes muy claro y no demasiado alto que teniamos que enfrentarnos al pasado, terminar una historia a medias. Y así, fuistes testigo de cada conversación a media noche, fuistes viendo como entraban mariposas por la ventana y se colaban en mi tripa.


Querido, ¿Recuerdas la noche en la que no podía dormir, aquella en que el amor que sentía no me cabía en el cuerpo?

Tu sabías que era cuestión de tiempo, estabamos echando un órdago, o salía genial o ya podíamos darnos la vuelta y marcharnos cabizbajos. Esa semana de febrero, nos mirabas desde la ventana, pensé que iba a estallar, volvía a ser una niña de 5 años llena de ilusiones estratosféricas...

¿Me preguntó si lo sabías, Querido, si sabías que tras las yemas de mis dedos rozando el cielo vendría la mayor de las desilusiones?

Y tras varios meses de lágrimas, alimentados por los recuerdos de esos días de febrero, un día nos miramos, yo ya lo sabía, tu sonreístes, cogí un folio y dibuje un círculo. Un círculo perfecto, con início y final, un círculo completamente terminado.


Y cuando, querido, creía que las sábanas de mi almohada serían un buen escondite para el fin de los tiempos, me regalaste la mayor de las sorpresas. Fueron meses de sonrisas, de fuerza, de propósitos cumplidos. Unos dedos entrelazados me acompañaban, creían en mi, no me dejaban sola…

Y ahora continuando tu plan perfecto, Querido, has decidido que ya no necesito esa mano, que he aprendido a caminar sola. Que un camino inmenso está ante mi: paso hacía delante, paso hacía delante, moviendo alegremente las manos. Querido, gracias por enseñarme a caminar sola.


El verano fue perfecto, viaje, reí, corrí… No sé en que momento decidiste que me convirtiera en la chica de la estación. Ahí estoy nerviosa, sonriente, diciéndote adiós.


Querido 2009, Hemos vivido juntos 365 días. Me has visto llorar, reír, enamorme, desenamorarme, aprobar, suspender, prometer, ilusionarme, viajar, soñar… Y ahora te vas.

Me dejas con un bonito cambio de look, con una sonrisa en la mirada, y siendo la chica de la estación, que espera con paciencia cada cuenta atrás.

1 comentario:

  1. Me encanta como escribes. Me encanta como sonríes. Me encanta como... todo!
    Creo saber leer entre líneas y me he reconocido en algún rincón de ese escrito. Muchas gracias!
    Te quiero cielo!!!

    ResponderEliminar